Incluso en días sombríos, el Tejadillo de Oro antiguo brilla ante los visitantes que llegan desde la Maria-Theresien-Strasse. El monumento más conocido de Innsbruck, cubierto de tejas de cobre dorado, lleva llamando la atención desde la Edad Media. Pero el fabuloso Dachl no es lo único que ofrece el centro histórico de la ciudad. Casas ricamente decoradas en estilo barroco y rococó, como la Helblinghaus, caracterizan el estilo de la Herzog-Friedrich-Straße, la calle principal del casco antiguo. En el siglo XII, cuando se fundó el asentamiento, sólo había sencillas casas de madera en lugar de los magníficos edificios. Probablemente, el emperador Maximiliano I sólo pudo sonreír con hastío ante este hecho, ya que mandó construir monumentos tan impresionantes en la Innsbruck bajomedieval como el Tejadillo de Oro el Palacio Imperial y la Iglesia de la Corte. Otra atracción del casco antiguo es la torre de la ciudad, con su impresionante vista de 360 grados. No olvide visitar la Domplatz (Plaza de la Catedral) con su magnífica Catedral de Santiago.

De compras y de fiesta
En los soportales tan característicos del casco antiguo de Innsbruck, los aficionados a las compras encontrarán una colorida mezcla de tiendas especializadas familiares, tiendas de marcas exclusivas y pequeñas tiendas de recuerdos. La artesanía tradicional también tiene aquí su lugar: talleres de joyería de renombre y una cerrajería con negocio de artesanía se encuentran en el centro histórico. Quienes deseen abastecerse de delicias tirolesas como tocino, chocolate o aguardiente también encontrarán lo que buscan.

La variedad culinaria del casco antiguo es tan variada como la oferta comercial. Ya sea usted un gourmet, un amante de los cafés o un amigo de la cocina rápida, todos encontrarán aquí el lugar adecuado. Posadas tirolesas tradicionales y acogedores cafés y pastelerías se alinean en el corazón del casco antiguo de Innsbruck. Pero los que prefieran especialidades asiáticas e italianas también sacarán partido a su dinero.