Cuando los mercados más grandes están demasiado concurridos para una reunión acogedora, me voy a los más pequeños. Uno de mis favoritos está en Wiltener Platzl y sólo tiene un puñado de puestos junto a un escenario. Pero la primera hidromiel de manzana propia de Innsbruck, el pecaminosamente dulce kiachln de chocolate y pistacho y toda una serie de conciertos en el programa no necesitan más. „Wundertüte“ Justo al lado del escenario, Kerstin me invita al puesto colectivo . Me sirven té en una taza casera (House of K), Iris está desgraciadamente enferma y el calentador radiante no tiene potencia. Por eso Kerstin hace hoy de intermediaria entre los colectivos de Innsbruck, las asociaciones culturales y varios pequeños artistas, y también promociona las bolsas maravillosas que dan nombre al puesto: el 50% se destina al deporte tirolés para discapacitados, y el otro 50% a la construcción de una escuela en África. Las bolsas, que cuestan a partir de tres euros y se clasifican según el tamaño, están llenas, entre otras cosas, de su cerámica donada, sonríe Kerstin. Pero promete que los suministros llegarán pronto. Cuando no está en el puesto, se dedica al torno. Termino mi té y le devuelvo la taza a Kerstin. Casi me la llevo conmigo.
