Agua filtrada por las rocas
Gerd Albrecht ha traído un vaso vacío. Lo pone debajo del fuerte chorro de agua que sale de la vieja fuente y lo llena. Espera hasta que el agua esté quieta en el vaso y lo coloca contra la luz del sol. La luz atraviesa el agua que brilla como si fuera un gran cristal. El tiempo transcurrido entre que el agua toca la roca y que llega a este vaso es de unos diez años, nos cuenta. Es un bien precioso que tenemos que saber apreciar y proteger. Por ello, hay toda una serie de normas de protección y expertos especializados como Gerd Albrecht, que garantizan la extraordinaria calidad del agua de Innsbruck.
La mayor parte del agua potable viene de las fuentes Mühlauer Quellen, nos explica el ingeniero. En lo alto de la montaña detrás de la ciudad hay un sistema de galerías de varios quilómetros que recoge el agua para el suministro de la ciudad, unos 600 a 1.200 litros por segundo. Dos tuberías llevan de la torre piezométrica situada al exterior de la montaña a Mühlau, 445 metros más abajo, en el valle. Luego el agua circula por una red de tuberías de 460 km hasta llegar a los hogares y fuentes de la ciudad. Y aquí la tenemos, en este vaso, nos cuenta Gerd Albrecht con una amplia sonrisa.


Las cámaras del tesoro
Seguimos Gerd Albrecht desde Mühlauer Brunner montaña arriba hasta un edificio bien visible desde lejos. Cámaras de seguridad instaladas en los muros exteriores, alambre de espino y grandes candados en las puertas protegen esta extraordinaria cámara tesoro. Gerd busca en el manojo de llaves la que nos abre la puerta. No hagan fotos aquí, por favor, dice, es por razones de seguridad. Antes de entrar en las cámaras del tesoro, nos muestra las dos enormes turbinas que mueven el agua. Camino a los dos depósitos de agua, el agua produce energía mediante presión. El señor Albrecht nos señala un pozo de varios metros de profundidad por el que pasan las tuberías de acero llenas de agua. Bajamos por una estrecha escalera, a nuestro lado el estruendoso ruido de miles de litros de agua precipitándose por las tuberías. Gerd abre otra puerta, y lo que vemos nos corta la respiración.
Estamos delante de dos enormes lagos que parecen ser de cristal negro. Nada menos que veintiséis millones de litros de agua potable. Ocho metros de profundidad, en la más absoluta oscuridad, liso como un espejo. El aire es helado. El agua sale de la roca a tan solo cinco grados, nos explica Gerd, una temperatura que permite que el agua se mantenga completamente aséptica. Así los habitantes puede disponer de agua filtrada alpina con total garantía, sin necesidad de hacerle ningún tratamiento previo.
La ciudad de Innsbruck recibe su abastecimiento de agua potable de doce fuentes diferentes, cada una con su correspondiente depósito. La instalación de Mühlau es la más grande y cubre el 90 % de la demanda de agua potable de la ciudad. Todos los depósitos recogen el agua para garantizar un abastecimiento de agua cristalina ininterrumpido, durante las veinticuatro horas, desde la montaña directo a los grifos y fuentes de la ciudad.


El camino de agua de Innsbruck
De vuelta al exterior, nos despedimos de nuestro simpático guía, no antes de darnos dos recomendaciones muy interesantes: quienes quieren seguir el curso del agua por su cuenta, puede hacerlo por el camino de agua de Innsbruck (Innsbrucker Wasserweg). Se trata de una excursión muy atractiva por el barranco Mühlauer Klamm hasta las fuentes del arroyo. Luego la ruta sigue por un camino panorámico hasta el refugio Arzler Alm, el lugar perfecto para reponer fuerzas antes de regresar a la ciudad. El camino empieza justo aquí, en la fuente Mühlauer Brunnen.
Las personas que prefieren hacer esta excursión sentadas cómodamente en su casa pueden emprender el viaje por el mundo del agua de Innsbruck de manera digital en este enlace. Un apasionante viaje de realidad virtual de 360°. Este proyecto 3D de la ciudad de Innsbruck ganó el premio Neptun-Wasserpreis 2019. Cuidado, mirando las imágenes le entrará sed – ¡tenga un vaso de agua cerca!