Superamos la última pendiente hasta llegar a la línea de árboles, donde se hace más claro. Y hay una vieja cabaña que resulta ser la casa del ascensor de antaño. Y detrás, en una pequeña meseta, hay una torre. Creo que son otros veinte metros, al menos más escaleras que hasta la torre de 10 plazas de la piscina Tivoli de Innsbruck. Así que subimos a la construcción de madera y ahí arriba está... ¡MEGA! La última vez que dejé vagar mi mirada así fue cuando visité el Rundgemälde. Nunca he visto una experiencia de montaña más intensa a 1.497 metros sobre el nivel del mar. Stubai, Ötztal, los Alpes de Lechtal... esta vista panorámica es especialmente bella. Gracias a la señalización -como un buscador de picos analógico- los picos y las cordilleras son fáciles de identificar. Ambos estamos muy impresionados.