Cualquiera que no plantee hoy a una inteligencia artificial (IA) sus preguntas existenciales fundamentales sólo puede culparse a sí mismo. Al fin y al cabo, el ordenador lo sabe todo e Internet no olvida nada. Así, los útiles chatbots de IA pueden servirse del conocimiento colectivo del enjambre humano en un abrir y cerrar de ojos. Hace poco quería saber qué podía regalarle a mi madre el 14 de mayo, Día de la Madre. El chatbot no tardó en escribirme su detallada respuesta, aquí resumida: Una tostadora personalizada. El tipo de tostadora que quema pequeñas felicitaciones en el crujiente pan blanco del desayuno. Para que cada mañana, con el sonoro aplauso de la alarma de humos, te preguntes por qué no usaste anticonceptivos.
Bromas aparte, la máquina de pensar digital tiene un punto positivo: la gente se lo ha pensado. No la mejor, pero sí la mejor. Así que, por favor, el regalo del Día de la Madre debe ser personal, duradero e incluso un poco nostálgico. E inmediatamente un destello de inspiración hace los honores.